18 de enero, una de las tardes más frías: bufanda, gorro, guantes…y libro. Las buenas letras abrigan y más cuando se trata de un club de lectura. Conversar mientras tomamos un té, templa cuerpo y mente, ya lo creo.
El libro elegido es “La Condición Animal” de Valeria Correa Fiz.
Nos sentamos una frente a la otra, bienrodeadas de lectoras y lectores curiosos que han convivido durante días en un mundo de criaturas que caminan entre la bondad y la violencia. Tampoco nos diferenciamos tanto.
“la piedad es la peor de mis peores virtudes” (pág.108)
El libro contiene doce relatos que se dividen en los cuatro elementos de la naturaleza: Tierra, Aire, Fuego y Agua.
Defino el libro como un lugar incómodo, de los que a mí me gustan. No concibo el placer en lo perennemente confortable.
Juego. Realizo dos ejercicios: uno antes y otro después:
ANTES - Miro el libro sin leerlo, tanto el título como la portada de Daria Petrilli me llevan a soñar en esa parte animal y salvaje que intentamos disfrazar con una suave piel pero que a veces ruge. Intuyo por lo que conozco a Valeria que habrá sorpresas y que algunas estarán bien afiladas.
DESPUÉS - Termino el libro y cierro los ojos para ver esas imágenes que han quedado grabadas en mi mente:
- Siete gatos y una manada de jóvenes
- El cristal de un probador manchado de sangre y un montón de alfileres derramados
- Unos niños dándole demasiado a un pájaro.
- La imagen cruel de unos guantes junto a alguien sin manos.
- La tripa desnuda de una embarazada que habita con una plaga de ranas.
- “Los quemados” que emanan de la fuente.
Muestro mi espejo y el diálogo fluye.
La autora aporta un montón de detalles sobre la creación del libro. Aparecen eternas preguntas sin respuesta: ¿existe una sola verdad? ¿cómo saber lo que está bien y lo que está mal?
Pienso en el término japonés “Wabi Sabi” : la belleza de la imperfección.
No distingo entre humanos y animales, veo criaturas que abren y cierran el libro y como punto final escucho un llanto, fin a una desesperación contenida.
En nuestra reunión de hoy hay montones de sonrisas, guiños y sensaciones que nos han rozado entrelíneas. Leer a Valeria es asomarse a un balcón que cuelga hacia dentro, porque dice Valeria “uno solo ve lo que mira”, y en la vida es más sencillo a veces, evitarse.
Hoy Un Cuarto Propio ha sido una familia de lectores que una fría tarde de invierno se han reunido para entrar en calor, aprender y compartir palabras. Hoy el club de lectura ha sido mucho más.
GRACIAS Editorial Páginas de Espuma por publicar con criterio.
GRACIAS Valeria por aceptar nuestra invitación y mostrarnos un antes y un después del libro.
*Gracias Pedro Ignacio Tofiño por las imágenes